Un hombre, cansado de sufrir, se implanta un exoesqueleto en el corazón

Fuente: The Fic-news Journal

Julián A.B., vecino de la localidad de Madrid, lleva años sufriendo desengaños afectivos de todo tipo. No padece ninguna enfermedad coronaria y, sin embargo, estaba convencido de que el corazón le dolía como si le golpearan. Una afección que se trasladaba «a toda su alma», según ha relatado a este medio.

Son las seis de la tarde cuando me reúno con Julián en una cafetería de la madrileña plaza de Santa Ana. Llega puntual, de porte elegante y con una sonrisa tímida. Le estrecho la mano y nos sentamos en la mesa junto al ventanal. Fuera, las palomas picotean las juntas del pavimento como aves autómatas.

Después de comentar la cotidianeidad de la vida, Julián se refiere al pasado:

«Somos personas, por muy mayor que sea uno, te sigues enamorando: es un sentimiento totalmente involuntario. Llega la ilusión, el tiempo parece detenerse y tu vida se llena… se llena de lo que tú mismo te has imaginado. Cuando el velo de los ojos se cae, empiezas a conocer verdaderamente a esa persona y lo cierto es que las posibilidades de éxito son ínfimas. La gente está herida y la consecuencia es el narcisismo, el no saber amar: te lanzan su rabia, algunas queriendo, otras sin querer y terminan destrozándote sin que te des cuenta, como erosiona la gota de agua la roca. Para cuando quieres cortar la relación puede que sea tarde, ya estás hundido y el corazón duele».

Observo a Julián. Alterna su mirada entre las palomas y nosotros. Lo interpelo: hoy tenemos medios para salir de casi todo. ¿Se puede salir del desamor?

«La pregunta no es si se puede uno recuperar del desamor, sino cuántas veces tu corazón es capaz de soportarlo. Después de una, viene otra, que parece que te tiene en cuenta y te trata con cariño, pero un día se transforma y te escupe todo su veneno, y vuelta a empezar, te vuelves a levantar, a tratar de superar la esperanza que viene y va. Te enfadas con Dios, pero no tienes el valor de pedirle que te quite la libertar. El dolor es el precio de la libertar. También la alegría, ¡pero esta no duele!» (Julián se ríe).

Yo también me río y seguidamente me lanzo: ¿Qué te has hecho en el corazón, Julián?

«Me he implantado un exoesqueleto. Es una coraza de un material ligero e inalterable que recubre todo el corazón. Un día pensé que ojalá existiera un escudo que me protegiera de tanto dolor: el maltrato afectivo, la muerte de mi mejor amigo, el abandono cruel de un padre que respira odio y huye de su responsabilidad, la envidia tóxica de un compañero de trabajo, ver cómo tu vecino se consume día a día por las drogas, la muerte de los inocentes… Probé a apagar la televisión, aquellos sucesos… pero no fue suficiente. He leído mucho sobre el mal afectivo del corazón, el cortisol, el impacto que tiene sobre nosotros y localicé a un neurocardiólogo experimental que ensayaba con animales el hecho de aislar el corazón con exoesqueletos que lo protegían del sufrimiento. Quería ser el primero en tener uno. La ciencia está para algo».

Julián se echa la mano al pecho mientras me relata su decisión. Estoy sorprendido. Me vienen muchas dudas a la cabeza. Le pregunto: ¿No crees que si te aíslas del sufrimiento es como vivir en una jaula de oro?

«Tal vez, pero creo que estoy sano. Si ahora mismo alguien te disparara y fallecieras en el acto aquí mismo, delante de mí, no lloraría, trataría de analizar una situación que ya no puedo cambiar y pediría por tu alma. Nada más. Saldría de esta cafetería y mi vida seguiría con normalidad. Mi corazón está ahora protegido. Ya no sufro.»

Continuamos la conversación unos minutos más antes de abandonar el local. Me invita al café. Me dio algunos detalles sobre la cirugía y el postoperatorio. Parecía un hombre satisfecho, pleno, seguro de sí mismo, y además apuesto.

A la salida una mujer se detuvo ante nosotros. Conocía a Julián. Le saludó espontáneamente. Hacía muchos años que no se veían. Era una mujer hermosa, de perfil sensual, rostro apacible, sin anillo, los ojos le brillaban cuando hablaba con Julián. No se habían visto desde la universidad, según contaba. Le recordó a Julián alguna anécdota divertida con un tono de voz que respiraba romanticismo. Insistió en retomar el contacto y quedar en verse de nuevo. Anotó su teléfono en un trozo de papel que extrajo del bolso y se lo entregó a su querido amigo. Se despidieron.

Julián y yo seguimos caminando. Lo acompaño a la boca del metro y observo que rompe el papel con el teléfono de su amiga y lo tira a una papelera cercana. Su rostro permanece impasible. En mis quince años de periodista nunca había visto una cosa igual. Entonces me doy cuenta de que el exoesqueleto de Julián le había privado de la capacidad de sufrir, pero también de sentir el amor.

Esta noticia es una fic-news. ¿Qué es una fic-news?

Cómo citar en tu bibliografía esta entrada (normas APA):

Ruiz, G. (31-diciembre-2024). Un hombre, cansado de sufrir, se implanta un exoesqueleto en el corazón. Blog de German Ruiz escritorhttps://www.germanruizescritor.com/un-hombre-cansado-de-sufrir-se-implanta-un-exoesqueleto-en-el-corazon/